Detailed Notes on viera vidente

“El universo es el resultado de una Inteligencia In-finita” y puede ser aprehendido por medio de la experiencia inside. Es omnipresente y lo recorre un etéreo flujo important que se transforma en diferentes expresiones. La vida universal le confiere vitalidad al individuo encerrado entre los límites del nacimiento y la muerte. Pero esta vida instantánea, confinada a los límites del “yo” de los sentidos, es un breve aleteo sobre el fondo de la vida cósmica. Novalis concibió a la muerte como una fase de la vida, como el fin de la limitación, como término y principio, como separación y enlace consigo misma.

El hombre del reino pugna en el inconsciente, se abalanza en los sueños, crece en los éxtasis y en lucha permanente con los “yo” sucesivos que elabora la percepción condicionada, intenta­ superar el pensamiento discursivo y acceder a un estado impersonal e intemporal más allá de la vida y de la razón ordinarias.

La palabra poética es un agente de reintegración a la Totalidad de la que el hombre se ha desgajado, pues conserva, en ese sentido, la virtualidad creadora de la palabra divina. De ahí que el artista, el poeta, “comprenda a la naturaleza mejor que el sabio” y sea el único que “puede penetrar el sentido de la vida”.

La unidad de la vida no admite límites ni separaciones. La vida está presente en todo, entera e indivisa, tanto en los astros como en el más easy de los elementos, igual en lo inferior como en lo exceptional. El Gran Todo es lo único que vive. Esta certeza es la que movió a Novalis a expresar su fe en la unidad de la existencia.

Como Novalis, considera que la tarea suprema de la cultura consiste en apoderarse del “yo” trascendental. Para ello, el poeta deberá sustraerse a la experiencia sensomotriz mediante un heroico trabajo de despojo, tornar a la psique permeable y receptiva y avanzar unificando la aparente pluralidad del cosmos en una introversión incesante.

Estos conceptos revelan la filiación tradicional de ambos poetas y en cierta medida constituyen lúcidas aproximaciones a la visión del mundo postulada por el ocultismo. Tanto­ Baudelaire como Poe participan de una vivencia very similar, de una Weltanschauung caracterizada por un orden cosmológico distinto, es decir el de la prefiguración, la correspondencia y la armonía preestablecida.

Estos fragmentos de Novalis iluminan el anhelo rimbaudiano de despertar de los sentidos, de lograr la hiperlucidez en un minuto de vigilia, para poder dar cima a la prometeica aventura del “ladrón de fuego”.

Influído por el “poder sagrado del opio”, la leyenda de Poe, Baudelaire ha querido atisbar un instante el paraíso, mediante la experiencia artificial. Se abre entonces la posibilidad de utilizar la vía descendente de los alucinógenos. Sin embargo, a pesar de sus visitas al “club de los comedores de haschich” fundado por Gautier, puede afirmarse que su frecuentación de las drogas fue una breve y circunstancial concesión a un atractivo mito romántico.

La totalidad es compleja porque refleja la creación por emanaciones sucesivas y es indivisible por el encadenamiento ininterrumpido de los distintos planos. El bien y el mal, Dios y Satán, son consubstanciales al hombre. Para Baudelaire, Satán no es una fuerza exterior, es una energía abstracta e inmanente que puede paralizar la voluntad y reducir su “elección”. “El cerebro bien conformado –escribe el poeta– lleva en sí dos infinitos: el cielo y el infierno; y en toda imagen de uno de esos infinitos, reconoce inmediatamente la mitad de sí mismo”. El hombre baudelaireano, como lo quiere Sartre,5 es la interferencia de dos movimientos centrífugos y opuestos, de los cuales uno se dirige hacia arriba y otro hacia abajo. Estos movimientos a los que llama trascendencia y trasdescendencia, utilizando la terminología de Jean Wahl, no son otros que las célebres postulaciones simultáneas: una hacia Dios, otra hacia Satán”. La primera es la espiritualidad que se concreta en un deseo de “subir de grado”, la segunda es la “alegría de descender”. Baudelaire ha elegido la ascesis invertida que por los caminos del vértigo, del tedio y del orgullo puede también llegar a experimentar “la punta acerada del infinito”.

La universalidad de la experiencia mística fue la piedra de toque de esa similitud que atestigua la realidad del espíritu humano. Desde el sentimiento de lo Uno de que hablan los Upanishad al inescrutable Tao en Lao-Tsé y en Chuang-Tsé; desde los éxtasis de Filón y del sufismo hasta la suprema unión de Plotino, el mayor intento cognoscitivo del hombre se realiza en aquellos que, desprendiéndose del “yo” creado por la acumulación de sensaciones adulteradas, experimentan los estados místicos de la conciencia. Partiendo de lo Uno, el misticismo especulativo racionalizó lo infinito en la visión del mundo que postula un universo viviente donde todo se corresponde por sutiles y misteriosos lazos.

10. En nuestra decadente cultura ciudadana ocurre con el término “ensayista” igual que ha sucedido con el vocablo “filósofo”. Pero la naturaleza propia de ambos se distingue tanto por el género funcional controlado por los pares, como por los fines a que tienden los autores, antes a los superiores que permiten crecer a la cultura que a los mediocres o subalternos, que buscan los intereses políticos o sociales en beneficio propio. 

Como pensaba Bergson, se deliver un contacto unitivo con el impulso central de la actividad universal. Desde ese indescriptible punto de mira, el mundo se ofrece bajo otra faz que la creada por la experiencia sensomotriz, pues en última instancia las diversas imágenes del mundo se articulan de acuerdo con las rectificaciones sucesivas operadas en la conciencia.

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“Todo el universo seen no es más que un depósito de imágenes y signos” expresa Baudelaire, y su imaginación exacerbada recrea el universo de la Doctrina Secreta, el cosmos vivo de la tradición ocultista, que postula relaciones intrínsecas, esenciales y permanentes entre todos y cada uno de los objetos que lo integran.

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